Cultura y Valores

Nuestra compañera Mª Eugenia Juncal Fernández nos brinda el siguiente artículo.

Toda empresa que se precie cuenta con su misión, visión y valores. Durante muchos años, los que nos dedicamos al mundo de la estrategia en las organizaciones sabemos que antes de establecer la hoja de ruta que nos guíe en el incierto camino del actual futuro, empezamos por realizar un diagnóstico de la situación de partida, a partir del cual redactamos nuestra misión, visión, valores y a partir de ahí, las acciones a desarrollar en un período de tiempo determinado.

Toda empresa que se precie cuenta con su misión, visión y valores. Durante muchos años, los que nos dedicamos al mundo de la estrategia en las organizaciones sabemos que antes de establecer la hoja de ruta que nos guíe en el incierto camino del actual futuro, empezamos por realizar un diagnóstico de la situación de partida, a partir del cual redactamos nuestra misión, visión, valores y a partir de ahí, las acciones a desarrollar en un período de tiempo determinado.

Desgraciadamente en un elevado porcentaje de casos, este ejercicio de estrategia se queda en papel mojado, o se tiene de referencia para trabajar con una rigurosidad un tanto dudosa. En otros casos, sí, la organización cree en ella y se convierte en una hoja de ruta clara que marca el camino a seguir. Y que es revisada cuando las circunstancias lo requieren.

Me voy a centrar en los valores, esos “elementos” que definen a las organizaciones y que la Dirección desea que se actúe en base a ellos, que estén integrados en la actividad, que forme parte del cómo hacemos nuestro trabajo.

En la práctica, cuando una persona entra a trabajar en una organización, en el mejor de los casos, desde un principio se le explica las cosas importantes de la compañía, que suele incluir los “valores corporativos”. Hasta aquí todo “políticamente correcto”, pero cuando empiezan a trabajar, ¿en qué se traduce esto?, ¿cómo medimos y valoramos que estamos actuando de acuerdo a los valores corporativos?. Pues diría que en base a los comportamientos, que es el nivel más visible de la cultura corporativa.

Por ejemplo, voy a centrarme en algunos valores que me resultan más familiares.

Mantener la ilusión en todo aquello que hacemos. La ilusión está estrechamente unida a los sentidos, es la capacidad que tenemos las personas para reunir todas nuestras fuerzas y concentrarlas a favor de la conquista de un objetivo. Se demuestra con la querencia de buscar soluciones frente a los desafíos, de aportar mejoras cuando se observan ineficiencias, sin que el Gran Hermano te lo recuerde.

Apoyar y ayudar mediante la colaboración a clientes, colegas, proveedores, etc.  Como dice Enrique Dans, la colaboración no es tecnología, es un comportamiento. Pero es un comportamiento que no todas las personas abrazan dentro de una organización. Buscar características comunes en las personas colaborativas nos puede ayudar a valorar la colaboración dentro de la compañía.  Generalmente se trata de personas  generosas, que son capaces de compartir su conocimiento con los demás para la mejora de la organización.  También son sociables. Saben que el grupo es más que la suma de individualidades y entienden que la mejora global va más allá de las aportaciones  aisladas que pueda hacer cada uno, haciéndolos a ellos también mejores.  Generalmente son optimistas, tienden a ver el vaso medio lleno, a buscar soluciones para las dificultades que se encuentran, sin regodearse en la queja. Y por último, me atrevo a decir, que con cierta madurez emocional, que les hace ser conscientes de sus propias carencias y a valorar que las aportaciones de los demás, podrán enriquecerlos también.

La honestidad, pues es la base para crear relaciones basadas en la confianza. A priori cada uno de nosotros nos creemos honestos. Estoy segura de esto. Pero la realidad es que nos pasamos gran parte de nuestra vida tratando de ser la mejor versión de nosotros mismos, de mantener la coherencia entre lo que pensamos y lo que decimos.  Las personas honestas emplean el tiempo en aquello que les agrada o interesa, y no lo pierden en cuestiones banales o carentes de  interés. Tampoco mienten y suele expresar sus desacuerdos de forma asertiva. Se trata de ser sinceros, pero también hay que saber poner filtros en los momentos que lo requieran.

Promover elIntraemprendimiento,  identificar oportunidades y generar valor dentro de tu organización. Las personas emprendedoras son proactivas y asumen riesgos para llevar a cabo proyectos innovadores dentro de la empresa. Sin embargo, un factor fundamental es que su entorno favorezca que el intraemprendedor actúe, es decir, debe haber espacio físico y temporal para emprender, y debe haber tolerancia al fracaso.

Por último, la mentalidad de crecimiento es un valor que debe estar presente en cualquier organización del siglo XXI,  pues ayuda a crear una cultura del aprendizaje.

Perseguir y conseguir, como organización,  atraer talento con  estos valores incorporados es una cruzada al éxito. En la actualidad, con procesos de transformación cultural abiertos en muchas organizaciones, resulta muy, muy necesario. No obstante, cada empresa decide qué valores desea tener y potenciar internamente y los comportamientos de las personas le ayudarán a valorar su nivel de alineamiento y fortaleza de su cultura empresarial.

¿Te atreverías a decir si en tu empresa la mayoría de las personas están alineadas con los valores corporativos?